‘El Reino’, un retrato de la clase política española

#CinePolítico

Todos conocemos los grandes casos de corrupción política que han sido destapados durante los últimos años en España. Todos hemos pensado que la clase política de nuestro país es de muy bajo nivel. Y todos hemos pensado que no existe nadie decente en este país que esté dispuesto a tomar las riendas del poder. Pero, si conociéramos la historia de algunos de esos políticos, ¿empatizaríamos con ellos? Ese es precisamente el reto que se propone Rodrigo Sorogoyen al dirigir este largometraje en el que Antonio de la Torre interpreta a Manuel López Vidal, un político que amenaza a su propio partido con destapar toda clase de chanchullos después de que intenten cargarle con el muerto a él solo.

Este combo Sorogoyen-De La Torre ya lo habíamos visto anteriormente en Que Dios nos perdone, y aquí vuelve a funcionar de lujo. Tanto director como actor, en esta, que fue la tercera película del cineasta, están brillantes. La realización que que firma Sorogoyen es absolutamente sobresaliente y, en ocasiones, muy asfixiante. A lo largo de las poco más de dos horas que dura, vemos un montón de escenas con muchísimo ritmo, acompañadas por una banda sonora de música electrónica, compuesta por Olivier Arson, que hace que sintamos la presión y el agobio que el protagonista siente cuando ve de que todo se le viene encima.

Además de Antonio de la Torre, Sorogoyen cuenta con una lista de magníficos actores que encarnan a la perfección una sucia y rastrera, pero también humana, clase política. Porque ahí reside la virtud de la película: en la representación que hace de la clase política. De primeras son personificados como gente que se pasa el día de cena en cena, que tiene teléfonos de ultima gama, que se pasa el día de juerga en barcos. Pero cuando todo se empieza a poner feo, también son personas con sentimientos y una familia. Que una película consiga que logres empatizar con gente que en la vida real odiarías no es nada fácil.

Dejando a un lado todos los políticos que aparecen, Bárbara Lennie interpreta a una periodista, que perfectamente podría ser Ana Pastor, que de algún modo ejerce como voz del pueblo y se hace todas las preguntas que cualquier ciudadano se haría en su casa al escuchar en las noticias alguno de estos casos de corrupción. Los personajes de Lennie y de la Torre tienen una escena donde no solo se produce un duelo actoral increíble, sino que de alguna manera, Sorogoyen en su uso de los planos subjetivos, hace que estos personajes parezca que están hablando directamente con el espectador.

Porque no solo estamos ante un grandioso guion, una impecable dirección y unas interpretaciones de altura, es que en conjunto la cinta de Sorogoyen parece invitar al espectador a plantearse muchas cosas que no siempre se habría planteado. Y eso es precisamente lo que la convierte en una película tan necesaria como también poderosa.

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Autor del artículo: Omar de Pablo #EFCTheVoice